La pasión de Mark por la madera comenzó a una edad temprana. Ya fuera tallando madera o construyendo karts con cajas viejas, su interés por hacer algo de la nada le ha acompañado durante toda su vida.
Tras crecer en Londres, la vida le llevó por otros derroteros con su traslado a África y el inicio de su carrera como piloto. Tras conocer a su esposa argentina en Ciudad del Cabo, viajaron y vivieron juntos en muchos países del mundo.
Desde Ciudad del Cabo, su aventura continuó en Botsuana, donde Mark trabajó como piloto en el delta del Okavango. Tras muchos años en África, regresaron a Europa para fundar una familia. Mientras continuaba con la aviación, Mark pudo volver a establecer su primera pasión: la madera y todo lo que ésta puede producir. Por ello, durante su tiempo libre se dedica a restaurar muebles antiguos y a crear piezas nuevas en su taller.
Sin haber perdido su afán por viajar, la siguiente oportunidad de aventura fue en Abu Dhabi, donde Mark voló en el Boeing 787 Dreamliner a países de todo el mundo. Esto le dio la oportunidad no sólo de explorar y descubrir nuevos caminos en el trabajo de la madera, sino también de visitar algunos de los lugares más preciados de árboles significativos.
Ya se trate de las gigantes Sequoias y las secuoyas de California, de los árboles estranguladores gigantes de los templos camboyanos de Siem Reap o del Viejo Tjikko (que en su día fue considerado el árbol más viejo del mundo) en la frontera entre Noruega y Suecia, la experiencia y los conocimientos adquiridos en estos encuentros le llevaron a donde está ahora y a cumplir su deseo de volver a la naturaleza y retomar su pasión original.
Rodeado de olivos y almendros, Mark y su familia viven ahora en la hermosa provincia de Andalucía, España, y tras haber abandonado “La vida en el aire”, ahora puede dedicarse plenamente y continuar con su amor por la madera y su verdadero aprecio por los árboles.
